Vida Estudiantil_08

Innovar, colaborar y liderar sin fronteras: así vivimos el reto en el IBCC 2025

Escrito por: Rocío Cabañas y Kimberly Schwartz, alumnas de Ingeniería Empresarial

Tuvimos el privilegio de representar a la Universidad Francisco Marroquín en el International Business Case Competition 2025, una experiencia que superó cualquier expectativa académica o profesional. 

Desde el primer momento, fue evidente que no se trataba de un evento cualquiera;

estábamos a punto de asumir un reto con impacto real: asesorar directamente a Mars Petcare, una de las compañías más importantes del mundo en el sector de alimentos para mascotas, y que además nos recibió en sus propias instalaciones en Querétaro.

El primer día comenzó con una actividad para conocer a los participantes de los distintos países. Nos llevaron a un restaurante mexicano, que constituyó una experiencia completa para los sentidos: distintos tipos de comida, risas, conversaciones con diversos acentos y hasta una dinámica inolvidable, en la que un pájaro nos leyó la fortuna, «algo muy padre», como nos comentaron las chicas del campus del Tec de Monterrey en Puebla. Por la tarde, tuvimos la ceremonia de bienvenida y nos entregaron el caso en el que trabajaríamos durante los días siguientes. En ese momento, el desafío comenzó…

El segundo día fue, probablemente, uno de los más memorables. Visitamos la planta de Mars en Querétaro, donde conocimos a fondo los procesos tras sus productos, tanto secos como húmedos. Pero lo que más nos sorprendió fue su cultura organizacional: orgánica, flexible, auténtica. Era evidente que no se trataba solo de producir bien, sino de trabajar con un propósito. Las conversaciones con los colaboradores, la apertura con la que nos mostraron todo y la pasión con la que hablaban de su rol dentro de la empresa nos enseñaron muchas más cosas que cualquier manual.

El tercer día lo dedicamos completamente a la resolución del caso. Con mi equipo pasamos horas en sesiones de lluvia de ideas, aplicamos la técnica MECE y nos centramos en entender, analizar y enamorarnos del problema. Trabajamos en distintos espacios del campus: en cada entorno se respiraba un aire distinto, que inspiraba nuevas ideas. Lo más valioso fue cómo, a pesar de tener puntos de vista diferentes, logramos tener una visión compartida, que se convirtió en una propuesta sólida, innovadora y coherente.

Al final, el cuarto día llegó el momento de presentar nuestra solución. Nos preparamos para darlo todo en un pitch que representara lo mejor de nuestra formación en la UFM: claridad, energía, estructura e impacto. Fue un cierre perfecto, especialmente al terminar la jornada con una cena de gala, con la que se subrayó no solo la competencia, sino también todo lo que aprendimos y compartimos durante esos días.

Y todo porque participar en el IBCC no fue solamente una competencia, fue una vivencia transformadora. Aprendimos que ante un mismo problema se pueden abrir múltiples caminos de solución; que la colaboración entre culturas enriquece cualquier estrategia; y que, cuando un equipo trabaja con sentido de compromiso y liderazgo, puede lograr cosas que al inicio parecían inalcanzables. 

Fue esta, sin duda, una experiencia que llevararemos con nosotras siempre. No solo por lo aprendido, sino por la increíble gente que conocimos durante el camino.